Hoy me gustaría llevarte a la reflexión, hablemos de tus relaciones hablando de las mías.
Hace un tiempo me contaron una historia muy corta que en su momento me dejó pensando y me llevó a mirar mi historia personal y a reflexionar sobre mi relación con la gente.
El relato habla de las relaciones de amistad pero la enseñanza que encierra también se puede aplicar en las relaciones de pareja, con amigos o familiares.
¿Te animas a mirar tu interior?
Amistad, posesión y apego
Esta historia habla sobre la amistad, la posesión y el apego. Espero que este relato te guste y te deje pensando en silencio como lo hizo conmigo.
Una mañana de sol un chico y su madre caminaban por la playa. El pequeño dejo de andar y mirando a su madre le dijo:
“Mamá, ¿qué puedo hacer para conservar un amigo que he tenido mucha suerte de encontrar?”
La madre lo miró en silencio. Se inclinó y recogió arena con sus dos manos, con las dos palmas abiertas hacia arriba.
Sin decir nada apretó una de ellas con fuerza y la arena se escapó entre sus dedos. Cuanto más apretaba el puño, más arena perdía.
Pero con la otra mano hizo algo distinto, la dejó abierta. De esa mano no cayó arena, la cantidad que recogió de la playa un momento antes, era la misma.
El niño observó maravillado el ejemplo de la madre entendiendo que, sólo con apertura y libertad, se puede mantener una amistad. Y que el hecho de intentar retenerla o encerrarla, significaba perderla.
¿Cómo me relaciono con la gente?
Pregúntate:
- ¿Cómo son mis relaciones?
- ¿Me sirve el relato anterior para pensar en la interacción que tengo con la gente de mi entorno?
- ¿Qué tipo de vínculo mantengo con mi pareja?
- ¿Y con mis amigos?
En su momento me hice estas y otras preguntas. Me puse delante de un espejo y comencé a preguntarle cosas a la persona que tenía delante. Con cierto dolor y vergüenza descubrí que tenía algunas costumbres y ciertos hábitos no muy acertados ni luminosos.
Acepté y reconocí que necesitaba cambiar ciertos aspectos de mi personalidad. Trabajar la aceptación, el perdón y el desapego. Me ayudaron la oración, los decretos y las meditaciones. Pero los cambios más importantes los conseguí tomando acción. Dejando el control de lado, teniendo más confianza, conmigo y con los demás. Escuchando, pensando antes de hablar, etc. Me propuse hacer cambio y con el tiempo pude sentirme mucho más ligero, más libre, con menos peso. Me sentía mucho mejor.
Hoy, después de mucho tiempo, sigo atento a mi forma de ser. Procuro cuidarme y cuidar al otro al mismo tiempo. No me duermo y sigo trabajando en ello. La gente lo nota y yo, lo noto en ellos también.
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Muchas gracias.
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Estupenda reflexión, el apego debilita las relaciones de cualquier tipo.
Muchas gracias por compartir tus palabras Leida!